El otro día una leí un comentario que criticaba un plano de la última película de Alejandro Amenábar demasiado en el que se le acusaba de ser demasiado experimental y acababa diciendo "esto es lo que pasa por hacer experimentos con el cine". El comentario me sorprendió y me dejó pensativa.
Obra de arte y riesgo
Cada persona recorre su camino dentro de la estética, y es completamente privado y personal. El gusto estético se mide por muchos factores: cuestiones sociales, asociativas, educativas, capacidad de aceptación de la ambigüedad, y ante todo, experiencia. Así existen numerosos grados de aceptación de un hecho estético y lo que para unos resulta duro y complejo, para otros resulta fácil e incluso Kitsch.
Todos pasamos por etapas en nuestra vida en que nos interesan estéticas determinadas, que conservamos o desechamos a lo largo de los años.
Presenciar una obra artística, para la gran mayoría de las personas, implica un riesgo mayor que con otros hechos de la vida. Por eso intentamos dilucidar previamente si el riesgo valdrá la pena: leyendo las críticas en los periódicos (y más si se trata de artes temporales); preguntando a conocidos con los que creemos que tenemos afinidad de gustos o intentando apoyarnos en el concepto del que habla el autor para "entender" la obra.
Si la experiencia nos satisface, el riesgo habrá merecido la pena. Si no es así, la obra se convierte casi en una ofensa personal profunda. Controlar esas sensaciones y juzgar con aparente frialdad, es muy complejo. Las reacciones, ya sean favorables o desfavorables, son sobre todo, viscerales.
El cine, en principio es un medio artístico y como tal es un experimento en sí mismo. Creo que nunca acusaría una obra de ser excesivamente experimental (y ojalá no llegue a hacerlo nunca). En mi caso, pido especialmente que sea lo más experimental posible, porque es una manera de evolucionar y no repetir los tipos ya establecidos, que particularmente me cansan.
Experiencia y experimento
David me comentaba ahora: "John Cage fue de los primeros que habló del término experimental y lo relacionaba con la experiencia. Cualquier hecho artístico o de la vida diaria nos es nuevo y difícil de asimilar si no lo hemos vivido previamente. Cuando cualquiera de nosotros juzga una obra de arte, es importante la obra, pero casi más la persona que la percibe. La obra tiene unas características, pero cómo se asiente en cada persona es independiente.
De esta manera, al juzgar la obra se evidencian más nuestra forma de ser y de sentir que cómo es la obra en sí."
Obra comercial o de autor - atención
En todas las artes existen muchas gradaciones de experimentación. Así en el cine se encuentra : desde la que repite cánones y clichés, con argumentos cerrados y previsibles como es el caso del cine comercial de Hollywood, dirigido a las mayorías al cine que se denomina de autor, donde hay un proceso de investigación.
La RAE define Cliché como: Lugar común, idea o expresión demasiado repetida o formularia.
¿Hasta qué punto queremos que la obra que presenciamos sea previsible?
Si sabemos exactamente lo que va a pasar, acabamos no prestándole atención. Si por el contrario, hay pequeños elementos dentro del desarrollo que nos resultan nuevos, afianza nuestra atención.
Si todo resulta nuevo y nos tenemos elementos en los que apoyarnos de referencias anteriores, también perdemos la atención.
Obra, contexto y coherencia
Tiendo a pensar que la persona que comentaba la escena de la película de Amenábar, no se quejaba en sí del plano. Lo que quizás le ocurría, es que no le encontraba sentido dentro del contexto que se presentaba y por esa razón le desagradaba. Quizás si la película, desde el principio, hubiera utilizado recursos menos convencionales, el grado de aceptación de este plano hubiera sido mayor y no habría desentonado dentro del desarrollo de la película.
Cuando atendemos a una obra, intentamos buscarle una coherencia y dentro de su estructura tiene que haber elementos nuevos y elementos que se repitan.
Aún así, nunca hay fórmulas exactas para crear una obra y que el resultado en el público sea el que deseamos.
Berta Delgado